BERZA GITANA SOUP

«Berza Gitana Soup»: Un viaje pop a las tradiciones andaluzas

Cuando creé Berza Gitana Soup, quería que la obra fuese un puente entre lo cotidiano y lo icónico, entre nuestras raíces y la cultura global. Mi inspiración vino de la sopa Campbell de Warhol, ese símbolo universal del arte pop que eleva lo banal a algo trascendental. Pero en lugar de representar un producto industrial, decidí transformar algo profundamente nuestro, como la berza gitana, en el centro de atención. Este guiso andaluz, humilde y lleno de sabor, es un emblema de nuestra cultura, una mezcla de ingredientes sencillos que juntos crean algo extraordinario, y esa idea de mestizaje cultural es la que quería explorar.

Los personajes de la obra son los ingredientes del plato, pero humanizados a través de iconos que todos reconocemos, logrando una conexión inmediata entre el espectador y la tradición. El Gigante Verde representa a las alubias que comercializa la marca, un guiño tanto al producto agrícola como a la idea de lo fresco y natural. Porky Pig, con su expresión amable y juguetona, representa el cerdo, un ingrediente esencial que da cuerpo al guiso. La Calabaza Ruperta, cargada de nostalgia televisiva, aporta un toque dulce, como lo hace en el plato, pero también humor y cercanía. Y el Toro de Osborne, ese símbolo tan profundamente arraigado en nuestra identidad cultural, encarna la fuerza y el orgullo rural, mientras nos recuerda nuestras raíces andaluzas.

Abajo a la izquierda, está la bailaora, que añade movimiento y alegría a la composición. Su figura conecta con la pasión y el ritmo del flamenco, esa expresión tan nuestra, tan viva. La lata, que domina el centro, es mucho más que un simple recipiente. Con el nombre ‘Berza Gitana Soup’, se convierte en un homenaje visual a la mezcla entre lo local y lo global. Quise que la lata hablara tanto de la tradición como de la contemporaneidad, con detalles que evocan los mantones andaluces en el diseño del fondo, como si las raíces artesanas se filtrasen en lo industrial.

Los colores vibrantes de la obra –los verdes, los rojos, los amarillos– no solo reflejan los ingredientes del plato, sino también la energía de nuestra tierra. Andalucía es alegría, es vitalidad, y quise que esa sensación se viera reflejada en cada rincón de la obra.

Esta obra no es solo un homenaje a un plato, sino a una forma de vida, a una identidad que sabe reírse de sí misma, que mezcla lo humilde con lo grandioso, que no teme mostrarse al mundo. Berza Gitana Soup es mi forma de decir que nuestras tradiciones, por muy locales que sean, tienen un lugar en el arte global. Porque, al final, lo cotidiano también puede ser extraordinario, y nuestras raíces, lejos de ser algo estático, son un diálogo continuo con el presente.