
MICKEY CAMPBELL´S
He querido tomar dos de los símbolos más poderosos de la cultura de masas y fusionarlos en una imagen que desafía nuestra percepción del arte y el consumo. Aquí, el icónico Mickey Mouse, un emblema de la infancia y el entretenimiento, sostiene con una sonrisa una lata de sopa Campbell’s, el ícono inmortalizado por Warhol en su crítica al consumismo y la reproducción masiva del arte.
El fondo, con patrones ornamentales y un efecto de spray dripping, refuerza la idea de lo urbano, lo efímero, lo intervenido. Los colores rojo, negro y blanco mantienen la estética pop, pero con una distorsión visual que sugiere decadencia y apropiación. Es una imagen que juega con la nostalgia y la ironía: ¿es el arte un producto de consumo más? ¿Se ha convertido la cultura pop en un reflejo de nuestra obsesión por las marcas y los ídolos comerciales?
En esta obra, la figura sonríe, pero la pintura gotea, como si se derritiera, como si nos mostrara que detrás de la perfección del marketing y la estética pulida, todo es transitorio, todo es absorbido por la mercadotecnia y reciclado en nuevos significados.
MICKEY CAMPBELL’S
I aimed to merge two of the most powerful symbols of mass culture into an image that challenges our perception of art and consumption. Here, the iconic Mickey Mouse, an emblem of childhood and entertainment, smiles as he holds a can of Campbell’s soup—the icon immortalized by Warhol in his critique of consumerism and the mass reproduction of art.
The background, with ornamental patterns and a spray dripping effect, reinforces the idea of the urban, the ephemeral, the intervened. The red, black, and white colors maintain the pop aesthetic but with a visual distortion that suggests decay and appropriation. It’s an image that plays with nostalgia and irony: is art just another product of consumption? Has pop culture become a reflection of our obsession with brands and commercial idols?
In this piece, the figure smiles, but the paint drips as if melting, revealing that behind the perfection of marketing and polished aesthetics, everything is transitory—everything is absorbed by consumerism and recycled into new meanings.